sábado, 26 de septiembre de 2009

Imágenes paganas


Reía a carcajadas mientras sentía como la transpiración corría por su frente. Había mucho calor ahí. Era la gente que atestaba el lugar, o bien podría ser su nerviosismo. Al fin ella había accedido a salir con él. Pero siempre ocurría que todo salía mal. Ella estaba loca de remate. Algo iba a ocurrir en cualquier momento. Siempre era así. Ella iba a ofenderse por su opinión, o respondería con evasivas. Él la dejaba hablar y escuchaba atentamente, tratando de leer entre líneas y llevarse con él algunos de sus secretos. Ella era tan extraña. No podía ser más simple, pero emanaba algo animal, primigenio, que le hacía querer estar con ella, a pesar que la razón le decía que no le convenía de ninguna forma, él la deseaba tanto. Ella era su luna, no su sol, porque ella era nocturna. Ella era una loba, una mujer vampiro, un ser de la oscuridad. Pero le deslumbraba. Él moriría por ella. Hablaron trivialidades, él trataba de parecer humilde, no hablaba mucho de sus logros, porque sabía que era una trampa. Si el caía, y empezaba a hablar con pasión de los números, de que amaba los cálculos, de que cada día sentía que creaba pequeños mundos numéricos, que las cifran mutaban y se procreaban dando luz a nuevos vástagos, ella le diría que no le interesaba el tema, como tampoco le interesaba decir donde estaba viviendo, ni con quién. Ni de su trabajo, ni de su familia, ni de nada. Él sabía que el gran tema de fondo era que ella se sentía vulnerable ante él. Cosas que para él no tenían importancia, para ella eran todo un tema. La familia, el trabajo honesto, el cálculo del modo de vida, etc. Por lo que cuando ella le preguntó por su trabajo en la oficina, él se limitó a decir que estaba todo bien. Ella le empezó a hablar de la fábrica, de que el jefe la había invitado a salir, que los hombres eran todos frescos y solo querían una sola cosa de ella, que pensaban más con su pene que con su cerebro y que eso le parecía asqueroso. Él le dijo que así sucedía. Y que honestamente, no los podía culpar, porque ella era una una deidad. Una diosa inmemorial en el cuerpo exquisito de una hembra terrestre. Ella se rió. Pero estaba todo calculado, ella sabía el efecto que producía en los hombres y lo manejaba a la perfección, podía hacerse amar locamente por quién quisiera, pero de alguna forma, nada nunca le resultaba en el amor. Él pensó en el dicho "la suerte de la fea, la bonita la desea" y se lo dijo. Ella reía de buena gana, el alcohol estaba ayudando. Ella de pronto, le susurró al oído "¿Tienes algo en tu departamento?" Era la pregunta que él esperaba desde dos noches atrás, cuando se gastó la mitad del sueldo en drogas. Era la forma en que ella podía salir con él. Probablemente, de otra forma, ella no lo haría. Él sonrío coqueto y le dijo que tenía de todo un poco. Ella le dijo que fueran a su departamento entonces. Mientras él pagaba la cuenta, ella fue al baño. Al regresar, él la admiró. Parecía un sueño andante. Todo estaba listo para irse. Ella le dijo muy seria que no estaba de humor. Que si él intentaba algo, ella se iba a ir. Siempre era así. Por lo que la cacería nunca estaba del todo garantizada. Siempre podía pasar que uan vez en la intimidad, ella poco a poco se relajara, y terminaran teniendo sexo. O que ella se molestara y lo dejara con una erección y sintinéndose un completo imbécil.
-Me portaré bien si tú haces lo mismo.
Ella se rió de eso también. Le pidió que pasaran a comprar alcohol. Él empezó a pensar si tenía o no condones. Pero no podía ir y comprar, al menos no delante de ella, porque eso podía la causa de la ruptura de la noche. Compró la champaña que ella amaba. Dos botellas. Con eso alcanzaría. Además en su departamento tenía vodka y otras bebidas. Cuando subieron al taxi, él tenía una erección descomunal. Solo pensaba en ella como un pedazo de carne retorciéndose bajo él o sobre él. Estaba muy nervioso. Ella reía de buena gana con sus chistes. Él le indicó al taxista el camino a su lugar. Ella hizo algo inédito. Le besó la cara. Él le preguntó el motivo de ese gratuíto acto de cariño. Y ella le dijo un poco molesta -No seas latero, no preguntes tantas cosas todo el tiempo. Él sintió ganas de enfrentarla y decirle que era una estúpida, que porqué mierda siempre se tenía que comportar de esa forma, que no se daba cuenta que la gente normal no andaba con tanto secreto extraño y tanto mal humor a título de nada, pero se contuvo. La erección era más fuerte que el enojo, y como decía el abuelo "un pendejo tira más que una yunta de bueyes". Él cambió el tema. Ella también. Por la ventana, el mar se veía precioso. Hablaron brevemente de la ciudad. Entonces sonó un teléfono celular. Ella buscó en su cartera y lo encontró. Le indicó a él que se callara. -¿Hola?- él creyo escuchar una voz masculina, pero por el ruido del auto y del mar, no entendió que decían. Ella dijo -Dame un momento-. Hizo señas al taxista para que se detuviera. Y se bajo a hablar. Él sonrío al taxista, como diciendo "las mujeres, usted sabe... Son raras". El taxista no le devolvió la buena onda. El tiempo cambió. Se hizo eterno. Por la ventana, a orillas del camino, ella hablaba. Su silueta se recortaba frente al mar. De fondo, oscuridad y la luna. Llena. Él pensaba que ya todo se había acabado por esa noche. Y su erección se iba transformando en dolor a medida que se iba. Sintió lástima por él mismo. Pero sabía que esta miseria, era la opción mala. En la buena, todo sería increíble. Ella volvió, se disculpó, y dijo que no podían ir. Preguntó si él podía esperar que ella tomara otro taxi, o si existía la posibilidad de que el taxista llamase a un colega. Él sintió ganas de empujarla afuera y dejarla ahí en la mitad de la noche. Pero hizo lo de siempre. La fue a dejar lejos, al otro lado de la ciudad. Ella le pregunbataba insistentemente si se había molestado, pero él le decía que no. Y era cierto. Habían sido ya tantas veces que por algún u otro motivo terminaba solo cuando salía con ella, que todo daba lo mismo. Él le dijo que estaba acostumbrado. Se despidieron con un beso en la cara. Él siguió en el taxi hasta su departamento, porque en verdad, no tenía nada más que hacer esa noche, salvo sentirse una mierda. Por el camino, se imaginaba imágenes paganas en los reflejos del mar en los vidrios. En algún momento por el camino, se dio cuenta que ya no tenía nada de calor.

Bettie Davis Eyes


Ella lloraba en su cama. En todo el día no se había levantado. Decidió destruír las cartas y los recuerdos, pero no pudo. No tenía las fuerzas para hacerlo. Además, sabía que eso no ayudaría sinó a sentirse peor más tarde, cuando la crisis pasara. Todo el sábado estuvo en la cama llorando. Hizo un poco de zapping, pero nada ayudó. No había nadaque hacer. No podía sacarse de la cabeza todas las ideas. Eran demasiadas. Tantas teorías. Sentía que sus pensamientos eran como un enjambre de abejas que bullían en su cerebro. Buscó en su velador el frasco de pastillas para dormir, pero se habían acabado. No se iba a morir, nadie se muere por amor. Pero quería morir. El reloj no avanzaba, era muy temprano y la manecilla de los segundos se movía a un ritmo irreal, ella calculó tres segundos por cada segundo. Era la realidad. El tiempo es lento en el dolor, pero vertiginoso en la alegría. De alguna forma en los momentos buenos, en los días locos de sexo sucio, algo había faltado. Esos momentos eran espejismos ahora. No había nada para ella en los recuerdos, solo algo de calentura, pero lo exhasperante era el infinito dolor. Quería repetir. Quería que todo fuese como antes, sentía de alguna forma que no había aporvechado de decir tantas cosas que ahora sentía como trascendentales. Se arrepentía tanto de lo que no dijo. Pero ya había pasado el momento. Ahora estaba sola en su cama. Caliente. Los dedos no bastaban, lo quería a él. El único problema es que él no la quería a ella. Él quería a otra. Se torturaba pensando en los momentos que de alguna forma parecía ser la vida de otra persona, muy diferente a ella. Parecía todo haber surgido de un sueño, una película, una novela... La ficción de alguien con talento y maldad. Los textos de un especialista en dramas. Pensó en llamar a sus amigas, pero ya sabía de que iba a ir el panorama con ellas y no le interesaba. El enamorado de turno era la segunda opción. Era un hombre bueno. Pero no era él. Claro, el verdadero causante de sus miserias no tenía nada especial, había decidido no volver a enamorarse de nadie, y menos de un tipejo como él. Su enamorado en cambio, era un hombre correcto. Bueno. Divertido, incluso buen partido. Pero no era aquel otro, por el que lloraba. Entonces se dio cuenta del gran cliché. Se vio a sí misma a través de ojos nuevos. Una hermosa mujer llorando en su cama por un imbécil. Como tantas otras. Y vio a muchas mujeres. Miles en el mundo. Rusas hermosas, humildes africanas, orgullosas neoyorkinas, pequeñas peruanas, vio muchos rostros. Escucho los pensamientos de todas, y eran iguales a los suyos. Todas sufriendo por lo mismo. Por el amante abusivo, por el ególatra, por el artista muerto de hambre, por el rockero rudo, por el mujeriego, por el labrador, por todos y cada uno de los hombres causantes de sus dolores. Y descubrió al no sentir nada por todos esos hombres anónimos, que para todas las mujeres de su visión, su hombre tampoco sería nada. Luego vio el mundo desde arriba, desde muy lejos. Vio gente nacer y morir. Vio generaciones que no serán recordadas, vio lápidas, cientos de ellas, con caracteres en todos los idiomas, vio la historia del mundo y el fin. Vio madres dar la vida por sus hijos, vio soldados, guerras y dolor. Vio el universo, las galaxias, millares de estrellas explotando en la inmensidad del vacío. Se levantó. Tomó una larga ducha caliente, encendió su computador portátil, trajo un reconfortante café, y se sentó a escribir. Esta vez si iban a haber clichés serían en su obra. El sabor del café en su boca le trajo miles de mañanas de infancia, donde la vida la había sorprendido una y otra vez. Miró al espejo de la pared y vio en sus ojos, los ojos de Bettie Davis. Sonrío y empezó a escribir. "Ella lloraba en su cama." Era un buen comienzo. Purgaría los fantasmas, llevándolos a otro plano. Los dedos empezaron a bailar sobre las teclas, y el relato comenzó a tomar forma. Nada importa: Tarde o temprano todo se acaba. Y al final lo que queda es el arte.

viernes, 25 de septiembre de 2009

In DA morning xD


He estado lleno de cosas, para variar, esto de ser un renacentista rasca, un precario, hace que todo se demore. Se sufre por eso. Sin embargo, cuando las luces se apagan, se duerme bien y en las mañanas al abrir los mails, se sabe que todo va por buen camino. Acabo de leer un texto relacionado a ZELM Tomo 1 y me pareció bastante interesante. Ya tengo -Al igual que tuve con el tomo 1- mi opinión formada sobre lo que se viene en ZELM 2. De momento, me reservo los comentarios. Veremos en el impreso como anda la intuición Jedi. Este fin de semana planeo meterme de lleno en la escritura para dejar listos mis aportes para ZELM 2. Escribir es lo peor. Las letras, las palabras empiezan a fluír, y no se puede parar más. Los novelistas son como unos pasturrientos del texto, que vendría siendo un virus que se apodera de ellos, como el tabaco, o la pasta base. Hoy estoy particularmente feliz. Me levanté MUY temprano. Y tengo muchas ganas de que este día sea sea un gran día. Es un gran cambio no levantarse a la una de la tarde. La vida de rockstar tiene cosas buenas y malas. Las malas son que uno se vuelve perezoso y descuidado. Lo bueno, es que todo sonríe. Mi gata estaba feliz de verme a tan temprana hora. Los Dioses me recompensarán (espero). Y como dijo el maestro Musashi, es bueno dedicarles la obra y las oraciones, pero no hay quye contar con ellos. También me toca dibujar este weekend. Como siempre, es un pedido. Mi esposa estaba de fiesta porque me fui a acostar yo primero. Lo usual es que yo me quede haciendo cualquier cosa hasta muy tarde. Nara con Lulu Jam se van a Korea, Fyto Manga tiene un evento de manga/anime, Dana se fue a Colombia por mucho tiempo. Tengo nuevas amigas. Y todo sigue su curso. Los grandes y pequeños logros se miran al pasar y siguen su viaje hacia lo desconocido. Como dijo mi amigo el zombie ¿Quién te recordará? Esa es la pregunta de hoy. Ayer le decía a mi amiga Adriana que todas las críticas se escuchan, pero que no significan nada. Las críticas destructivas son peligrosas si eres débil: Puedes llegar a creer que eres una mierda. Pero los demonios más peligrosos son las críticas positivas. Puedes llegar a creer que vales algo. ¿La idea? Trabajar. Uno solo es un canal. Nada es mio. No es mi cerebro o mi talento o mis manos. Solo somos mensajeros como dijo Luc Besson. Somos el megamix de los mp3 de las circunstancias. Y la calidad del audio, como la genialidad de la composición no son mérito nuestro. Puedo interpretar el mundo, pero yo no lo he creado. Nada mejor que recordar que uno no es aporte en los momentos buenos. Deprimirse en los momentos malos es fácil. Me voy escuchando a Sheena Easton. Stay in touch. Nos vemos. Les dejo un bonus.

Toonlet xD